| 1 cuota de $22.000,00 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $22.000,00 |
| 2 cuotas de $13.079,00 | Total $26.158,00 | |
| 3 cuotas de $9.001,66 | Total $27.005,00 | |
| 6 cuotas de $4.896,46 | Total $29.378,80 | |
| 9 cuotas de $3.512,17 | Total $31.609,60 | |
| 12 cuotas de $2.856,51 | Total $34.278,20 | |
| 24 cuotas de $2.014,74 | Total $48.353,80 |
| 3 cuotas de $9.374,20 | Total $28.122,60 | |
| 6 cuotas de $5.162,66 | Total $30.976,00 |
| 3 cuotas de $9.471,73 | Total $28.415,20 | |
| 6 cuotas de $5.199,70 | Total $31.198,20 | |
| 9 cuotas de $3.890,82 | Total $35.017,40 | |
| 12 cuotas de $3.186,51 | Total $38.238,20 |
| 18 cuotas de $2.279,68 | Total $41.034,40 |
EDGARDO COZARINSKY
EL RUFIÁN MOLDAVO
LA BESTIA EQUILATERA
Páginas: 160
Formato: 130 mm x 200 mm
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789509749016
Las historias no se inventan, son. A partir de esta convención tácita y esta convicción cardíaca, la primera novela de Edgardo Cozarinsky encuentra e inaugura los puntos cardinales de una intriga apasionante, apasionada. Las confluencias definen un sistema único al que asisten con puntual decisión un suburbio parisiense, una casa mala de Tres Arroyos o de Ingeniero White, noches escotadísimas donde una pareja dibuja las figuras inconfundibles del arquetipo en la taconeante y angosta travesía inicial del tango. Como si convergieran las ficciones de escritores tan caros a la tradición novelesca centroeuropea como Joseph Roth y Leo Perutz y los barrios de los primeros poemas de Borges, El rufián moldavo celebra una ceremonia que los lectores argentinos reconocemos y agradecemos, que acrecienta en sedentarios y nómadas una especie de áspera nostalgia reconocible en la violenta intemperie del exilio o del exilio interior. Como bagaje de un oficio cuyo ejercicio de observación resulta incesante cineasta, cronista, narrador, esta novela nos premia con imágenes y escenas que incorporamos sin ambages a la memoria personal. ¿Llega el olor del mar a Tres Arroyos? Ninguna de las preguntas que El rufián moldavo plantea es meramente retórica ni decorativa; cada respuesta, diseminada y diversa, proporciona una razón esencial. La serena, sobria prosa narrativa de este libro inconmensurable nos arroja como propios y pertenecientes a la memoria de cada uno la certidumbre de Alberto Tabbia que es el epígrafe, el exergo proverbial de la novela: "Para hablar con los vivos necesito palabras que los muertos me enseñaron".
